La versión chilena de la acumulación originaria del capital

¿Quién dijo que Carlos Marx estaba «pasado de moda»?

En el capítulo XXIV de El Capital, Carlos Marx describe el proceso histórico de despojo violento y expropiación de las tierras de los campesinos en la Europa feudal y la creación de las condiciones para la instalación del orden capitalista.   Una parte de ese proceso violento y brutal de robo, invasión y violencia contra los campesinos e indígenas, ocurrido en los siglos XV y XVI fue la ocupación, colonización y saqueo de las tierras de los pueblos originarios de Africa y América.

Escribe  Carlos Marx en el capítulo mencionado: «el descubrimiento de los yacimientos de oro y plata en América, el exterminio, la esclavización y sepultación de la población indígena en el laboreo de las minas, el comienzo de la conquista de las Indias Orientales, la transformación de Africa en coto para la cacería comercial  de negros, caracterizó la rosada aurora de la era de la producción capitalista.»  (Marx, C.: El Capital.  Crítica de la Economía Política, Vol. I, cap. XXIV, p. 638. México, 1999.  Fondo de Cultura Económica).

En Chile este proceso de despojo violento y prolongado de las poblaciones originarias tuvo dos momentos históricos: en la conquista inicial desde el siglo XVI en adelante, cuando los invasores españoles se repartieron las tierras de los aborígenes con sus aborígenes incluidos (dando forma a las encomiendas); y durante la segunda mitad del siglo XIX, cuando el Estado de Chile promovió sistemáticamente en Europa la llegada de colonos extranjeros a las tierras australes (Araucanía y la Patagonia), expropió, despojó, subdividió y entregó esas tierras a  nuevos propietarios privados, durante el período de los llamados «gobiernos liberales».

ACUMULACION ORIGINARIA EN LAS TIERRAS AUSTRALES EN NOMBRE DEL PROGRESO: EJERCITO NACIONAL PARA ELIMINAR, COLONOS EXTRANJEROS PARA POBLAR

El proceso de acumulación originaria del capital en Chile en el siglo XIX, tuvo las características asociadas a  una economía capitalista incipiente, monoproductora y de subsistencia, dependiente del capital inglés, y a la presencia en el territorio austral de importantes poblaciones originarias que se negaron a adaptarse a las nuevas formas de explotación resistiendo la presencia chilena de distintos modos.  En la Araucanía fueron enfrentamientos abiertos y en la Patagonia fueguina los selknam cazaban las ovejas para alimentarse, puesto que había sido desarraigado el guanaco que les servía de subsistencia. 

La mentalidad positivista y darwinista del siglo xix justificaba una mirada peyorativa del indio como un salvaje inculto que desconocía el trabajo, como un ser que necesitaba ser civilizado y forzado a recibir la cultura chilena para que se convierta en «un ser util a la sociedad».  Una buena parte de la elite gobernante e intelectual chilena entre la primnera y la segunda mitad del siglo XIX, desde Camilo Henriquez hasta José Victorino Lastarria, pasando por el historiador Francisco Encina, comulgaban con esta doctrina del buen hombre chileno que tenía el deber de civilizar a esos incultos y brutales salvajes aborígenes.  Un trasfondo ideológico y religioso católico también sirvió para justificar y alimentar esta visión clasista y hasta racista de los chilenos acerca de los pueblos originarios durante el siglo XIX.

¿CUANTO CUESTA UN INDIO?

Desde 1860 y 1870 en adelante y hasta principios del siglo XX, el proceso de arrasamiento de las comunidades aborígenes fue sistemático y tuvo el aspecto de una guerra de exterminio.  Mientras el militar Cornelio Saavedra y las tropas del Ejército chileno entraba a las tierras mapuche del sur para «pacificar», ocupar y proceder al despojo territorial, en la Patagonia chilena y en la Tierra del Fuego en especial, desde 1880 y 1890 los nuevos terratenientes instalados por el Estado de Chile y financiados por el capital inglés, pagaron a mercenarios para que cazaran a los selknam que poblaban las pampas fueguinas desde hace 4.000 años: se pagaba una libra esterlina por oreja, por nariz o por el cuerpo del infortunado baleado.

Lo que hicieron los militares chilenos en la Araucanía, lo hicieron a su modo los mercenarios de los ganaderos y buscadores de oro de la Tierra del Fuego en la Patagonia.  La invasión nacional-estatal chilena sobre los territorios aborígenes fue parte de un dispositivo político, económico y militar de intervención y de expropiación de las tierras para convertirlas en territorios aptos para la explotación capitalista.

Coincidentemente con la entrada de las tropas chilenas en las tierras mapuche en la década de 1870, en Argentina el gobierno de Nicolás Avellaneda pone en marcha el «plan Roca», una campaña de exterminio de los indios hacia el Rio Negro en la frontera patagónica austral, desplegando unidades de caballería e infantería (5.000 efectivos) dotadas de fusiles Remington. ¿El premio para los soldados argentinos? Una porción de tierra a todo soldado que hubiese participado en la matanza generalizada.  Solo que esos soldados terminaron vendiendo a vil precio su lote de tierra mapuche a los grandes estancieros que ya se estaban instalando. (Bustinza, Greco: Historia de Argentina. Los tiempos contemporáneos. Argentina y el mundo. B. Aires, 1997. AZ Editores, p. 115).

Argentina exterminó miles de indios en las últimas décadas del siglo XIX y resolvió el «problema del indio».   Pero llegaron los colonos extranjeros y pudieron instalar sus estancias ganaderas y cobrar su lana en libras esterlinas en el mercado inglés.

En la Araucanía y en la Patagonia austral el modo de actuar del Estado chileno fue el mismo: se destinaron recursos para la cacería y el desarraigo de los aborígenes, se incentivó la inmigración de colonos europeos (el consulado de Chile en Burdeos, Francia, les ofrecía tierras, maderas y herramientas para que vengan a Magallanes) y se procedió a entregar en concesión las tierras recien despejadas de indios a los nuevos colonos. Así se constituyó en Magallanes el latifundio ganadero más extenso del mundo: la Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego llegó a tener 1 millon de hectáreas de tierras para criar ovejas y vender la lana en el mercado inglés.

Y así como en las tierras y bosques del sur se les destinaba a los mapuche a vivir en reducciones, en la Patagonia, los gobiernos «liberales» y los terratenientes ganaderos le entregaron a los curas salesianos varios miles de indios fueguinos sobrantes (niños, mujeres, ancianos y otros sobrevivientes de la cacería), para que los «civilizaran» y evangelizaran en colonias salesianas situadas en la Isla Dawson (premonitorio lugar…) y en Rio Grande (Argentina). 

Allí fueron a morir de desarraigo, de melancolía y de contagio con las enfermedades de los blancos, los últimos tristes restos de los selknam fueguinos de la Patagonia…aunque naturalmente,  los niños selknam en esas colonias aprendieron a rezar y a cantar en latin…pero la lengua selknam la hemos perdido definitivamente…

Un siglo después, los mapuche siguen resistiendo, pero no queda ni un solo aborígen selknam en la Patagonia chilena o argentina, gracias a los métodos de exterminio que hicieron posible la acumulación originaria y la explotación capitalista en esta parte del mundo.

Manuel Luis Rodríguez U.

Lea y descargue aquí el ensayo completo:

LA VERSION CHILENA DE LA ACUMULACIÓN ORIGINARIA DEL CAPITAL

editor15

4 comentarios en “La versión chilena de la acumulación originaria del capital

  1. La pura, cruda y «santa verdad» no más dice estimado, y, por lo mismo es que hoy mas que ayer el pueblo de chile debe apoyar con mas fza que nunca al pueblo mapuche frente a la arremitida de los fascista de quienes se resisten a devolver las tierras a sus legitimos dueños, dicho esto, POR LA RAZON Y/O LA FUERZA, VAMOS ARAUCO INDOMABLE
    HASTA LA VICTORIA!!!!!

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  2. efectivamente hoy, a más de un siglo de ocurridos estos hechos, la situación es muy distinta, pero para entender la situación presente necesariamente tenemos que leer e interpretar la Historia, porque los pueblos que en el presente no tienen memoria, están condenados a repetir los mismos errores del pasado.

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  3. Coincido absolutamente con MLRU. Día a día a quien quiera oirme trato de explicar lo que es evidente. Cuesta hacerse entender pero algo he conseguido. Apoyo «en la medida de lo posible» al pueblo mapuche poruqe estoyh lejos de ellos., Mas que nada también, por la indignación que me produce ,como los verdaderos ladrones y despojadores» del pasado y de ahora, habilmente se convierten en víctimas cuando, las verdaderas víctimas se toman su justa venganza. Siempre he sido partidario de la venganza, sea de la manera que sea y ahora, no voy a cambiar por lo sucedido a Lushinguer o como se escriba. Este «martir» estaba armado hasta los dientes con armamento de guerra: murió en su ley (la del farwest).Que no lloriqueen ahora sus herederos de su tierra mal habida porque el oprimido se tomó su venganza. Ellos también tienen sus muertos y son muchos mas que los de los huincas… y a los asesinos que les ha pasado…NADA…NADA…NADA. No lloren ahora.
    ¡Resiste pueblo mapuche!.

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